
El día de hoy amaneció muy temprano
para mi gusto. Las 6 de la mañana no es hora para despertarse cuando
uno está de vacaciones, pero merece la pena cuando se trata de
visitar uno de los mas famosos mercados flotantes del río Mekong.
Este se desarrolla por la manana temprano, desde las 4 en adelante y
hasta que los comerciantes terminan con las existencias de mercancía.
En su origen los granjeros traían los
productos que cultivaban desde su remotas villas en la selva, a
través de los intrincados canales y remontando el río mekong hasta
este punto de intercambio. Y lo hacían en su barquitas primitivas, a
remo y no con los barcos a motor diesel actuales. Tardaban varios
días y se quedaban el tiempo necesario para vender su genero,
adquirir el necesario de otros comerciantes y volver igual de
cargados a sus aldeas.

En la actualidad, mucho de este comercio sigue
vigente, lo que le da un carácter mas auténtico que el de otros
mercados flotantes que hemos visitado, por ejemplo en Tailandia. Si
bien, las cada vez mas frecuentes excursiones de turistas estan
haciendo proliferar otro tipo de barcas mercantes, cargadas de
bebidas y refrescos, souvenirs y fruta pelada. Las grandes barcazas
llenas de frutas, mayormente cocos, piñas y calabazas, estan siendo
sustituidas por barcos llenos de grava y ladrillo, y dentro de poco
los hoteles a la rivera del río terminaran de transformar el paisaje
y este increible mercado flotante, pero por el momento sigue siendo
tan auténtico como lo era hace cientos de años.

El nombre de Cai Rang significa dientes
de cocodrilo en Vietnamita, según nos contó nuestro guia. En
tiempos antiguos este río estaba infestado de estos reptiles, uno de
ellos especialmente fiero y grande se había merendado a muchos
aldeanos y cuando le dieron caza, lo cortaron en trozos y arrojaron
de nuevo al río intentando con ello auyentar supersticiosamente los
malos augurios. En la parte de río donde tiene lugar el mercado
flotante, es donde encontraron los restos de la mandibula de dicho
cocodrilo que volvieron a la orilla misteriosamente despues de
arrojarlos, y por eso llamaron a este mercado flotante, dientes de
cocodrilo.

De nuevo por los canales llegamos a la
granja de frutas y piscifactoria, otro tipico agujero turístico en
el que te muestran la materia prima del fish & chips al que
puedes alimentar basicamente con casi cualquier cosa, incluidos
vegetales, y tambien multitud de arboles y arbustos frutales
desconocidos para el mundano occidental. Dragon fruit, rambutan,
mangosteen, durian, jack fruit...
Poco mas de si ha dado la mañana y a
medio día ya estabamos de vuelta en Can tho, listos para el check
out y otro viajecito de 130 deliciosos kilometros en bus, para lo que
el guia estimo que tardaríamos 4 horas. Aquí es donde nos hemos
separado del grupo tan majo que hemos conocido en solo dos días y
que seguro volveremos a ver. Un vietnamita, Cang, que vive en
Londres, nacido en Hanoi y viajando con su madre que ha cuidado de
nosotros sin saber ni una sola palabra de otro idioma pero siempre
con una sonrisa en la cara, Stewart de Leeds, tambien vecino de
Londres y una familia de franceses de Toulouse que nos han acogido
como miembros de su clan y que se encuentran de viaje sabatico un año
recorriendo el mundo con sus tres encantadores hijos Alexandre, Alice
y Agatha. Aunque con ellos seguimos de viaje hasta Chau doc y mañana
hasta Phnom penh.

El viaje ha sido cansado y con poco que
reseñar salvo las distintas sorpresas que tiene ver lo que
transportan en sus pequeñas motos los vietnamitas. Hoy un tipo
llevaba un frigorífico en la parte de atrás de su vespino. Sin
palabras. Al llegar a Chau doc nos hemos paseado por las calles y su
mercado. Es una ciudad mas humilde y con menos infraestructuras pero
la gente ha sido muy amable. Manana cruzaremos la frontera a Camboya.
Vietnam queda atrás pero no por mucho tiempo. Pronto volveremos
porque este aperitivo de viaje por el pais nos ha abierto el apetito
de mas. Hasta pronto Vietnam.
Me gusta la idea de un año sabatico viajando con el enano. Voy a comentarlo
ResponderEliminar